Por: Juan Botía
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Es conmovedor cuando aparece la oportunidad de confirmar que la brillante fertilidad de Inglaterra sigue, hasta ahora, casi intacta. Ya se sabe que aquella es tierra de grandes genios, de protagonistas, que está siempre generando expectativas tan grandes como su historia.
Esta vez, como una prueba viva y en extremo joven de aquel brillo, aparece King Krule: un músico de 17 años que se ha atrevido a desafiar sus propias inspiraciones y ha creado algo totalmente fresco y delicado. Canciones que parecieran llenas de líquido, o de aire espeso, pero libres de toda pretensión inalcanzable.
Sus influencias van desde artistas como Fela Kuti hasta Gene Vincent; es decir, una oscilación abierta entre la sutileza de cada género, desde luego, esto le ha valido una auténtica riqueza musical: melodías maduras, ligeras pero inteligentes, precisas y emocionales. Al mezclar semejantes ideas, tan distintas y de tantas gamas sólo pueden resultar dos cosas: algo muy bueno, o algo muy malo. Por fortuna, este proyecto está dentro de la primera posibilidad.
Se es buen músico cuando se tiene la destreza de moverse entre los géneros sin sobrar o caer en la repetición. Y esto, sin duda, King Krule lo cumple con la modestia de los grandes talentos.
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