“The biggest lie about punk rock is that anyone can do it”, escribió Stuart Berman en Pitchfork, comenzando una reseña sobre el álbum debut de METZ. La frase tiene cierto poder de controversia. El punk rock, ese género bullicioso, ensordecedor; a veces incluso hasta incomprensible, parece empeñarse en hacernos creer que cualquiera podría interpretarlo. Pero no es así.
El punk rock se trata de una tela de ruido, de una profunda carga de saturaciones. Es un género primitivo, desinteresado, alejado de la complejidad, que también rechaza los modelos tradicionales de belleza musical. A un oído recién iniciado no le resultaría fácil apreciar a un grupo como METZ, de una densidad tan dura, en ocasiones hasta intolerable.
METZ viene siendo una extraña piedra preciosa del punk rock contemporáneo. Un grupo que le apostó a la severidad, la rudeza y la excelencia. Canciones pensadas, escritas, diseñadas para sofocar a muchos y exaltar a algunos pocos. Música difícil, en esencia. Exclusiva para aquellos que conozcan cómo leer (escuchar) entre líneas.
El primer disco de METZ ostenta la categoría ‘Universal Acclaim’ en Metacritic.com. ‘The Guardian’ y ‘The New Yorker’ le han rendido sinceros homenajes y grandes elogios. La crítica ha sido generosa. Ese es un buen síntoma. -Juan Botía
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