Por: Juan Manuel Eslava
Pese a haber lanzado ya dos álbumes —Devotion Implosion (2009) y Love the Virgins (2007)— Gliss continúa siendo una banda desconocida en nuestra región. Y es lamentable, ya que el trío californiano ha logrado dar forma a un concepto artístico poderoso y efectivo, pese a las comparaciones naturales que pueden darse entre ellos y una agrupación consagrada como Black Rebel Motorcycle Club —entre otras—, además de una notoria inspiración en los legendarios Velvet Underground. Martín, David y Victoria —Que no es estadounidense, sino danesa— son músicos versátiles que no tienen problema relevándose con los instrumentos en las presentaciones en vivo, como elemento adicional del espectáculo.
Al igual que un buen número de bandas gestadas a partir del cambio de milenio, Gliss desarrolla su sonido a partir de una mirada panorámica a todo el Rock ruidoso y apasionado: Proto-Punk, Garage Rock, Noise, Shoegaze. Pero estos estilos se conjugan de forma diferente en cada canción, logrando los suficientes matices, subidas y bajadas, para que escuchar sus dos producciones sea siempre una experiencia reveladora. Llegan quizás más lejos que las bandas afines en la orientación melódica de su propuesta. Robando elementos del Brit-Pop, construyen canciones con mucho gancho y sentimiento. La voz de Martin Klingman, medio susurrada, un poco como un quejido, se convierte en el perfecto instrumento para expresar ansiedades, miedos y tristezas.
Gliss evoca con sus canciones escenarios lúgubres y decadentes, como aquellos a los que se conducen las personas cuando son superadas por la nostalgia o la incapacidad de sobreponerse a las decepciones amorosas. Y lo hacen sin perder el ímpetu Rocanrolero, y sumado a un cierto aire de sensualidad que emana de la exquisitez de los riffs de guitarra: siempre acertados y enérgicos. Cada canción crea un paisaje sonoro caracterizado por la elegancia y un correcto equilibrio entre la suciedad y la sutileza. El ruido y el equipamiento de efectos de guitarra son importantes en el sonido de Gliss, aunque sin llegar a desgastarse en excesos que puedan abstraer al oyente de los relatos que se le está ofreciendo. De todas formas, los temas se adornan lo suficiente para sonar grandes y generar verdadera conmoción en el oyente.
Ya sea en el terreno de la experimentación o en el de la construcción de pasajes pegajosos a través de fórmulas Pop, Gliss lo hace con sobrados méritos y en el balance termina por constituir un proyecto ecléctico y cargado de referencias a agrupaciones claves dentro de la evolución del Rock, pero con identidad.
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